martes, 30 de octubre de 2007

Proyecto de vida

Hoy he estado poniendo en orden mi vida, o proyecto de vida. ¡Vamos! uno de esos días, de pequeña lucidez, en los que me da por pensar más que trabajar.

Primero, el becario de la ofi me comentó una posible oferta de trabajo para mi senor Esposo, de investigación pura de campo, para la fundación ONCE, para hacer patentes y aplicaciones de las nuevas tecnologías para discapacitados. Vamos lo que, según mi conciencia, sería un trabajo digno socialmente hablado. El proyecto este busca un investigador, teleco, y mi querido señor Esposo, resulta que en su tesis doctoral tiene una parte dedicada a la percepción visual. ¿Hasta aquí me sigues Grillo?. Vamos, que me he enterado de un puesto de cojones (40.000e/año) y además en la batalla de los buenos, junto a la Fundación ONCE. Total, que se lo he comentado (a mi querido señor Esposo) y ni siquiera me ha dado una respuesta, no se ha interesado y ha mirado para otro lado, literalmente (exactamente a la pantalla del ordenador donde había una partitura).

Yo comprendo que el arte es el arte, que la música es su objetivo vital (en la actualidad) pero mi minúscula cabeza no alcanza a comprender, porque no quiere cambiar el mundo de forma práctica y luchar por una de las pocas cosas que hay que luchar, que es romper las barreras a la gente que se las encuentra por simple discriminación histórica, como los discapacitados. Y, lo peor de todo, es que creo que nunca lo voy a comprender y que aunque, hoy por hoy, no lleve las trencitas que llevaba en la carrera o los pantalones de campana, o ya no me dedique a ir de botellón a las manifestaciones contra la guerra, tampoco significa que no crea que hay que cambiar el mundo y romper las barreras con el trabajo diario.

Y, tu me dirás, Grillo: "Claro, pero es que tu estimado señor Esposo, también quiere cambiar el mundo, tocando la guitarra".

Y, ojalá, yo pudiera creer eso, pero es que yo vivo con él, y yo sé que quiere dedicarse a tocar la guitarra para ser el mejor, por él, no por enseñarle nada al mundo, sino por demostrarselo, no por cambiar el mundo, sino por simple egoismo personal. Le gusta tocar, vida no hay más que una, y se ha subido al carro de los perezosos, al carro del placer de la vida y no al de dejarse lo cuernos trabajando para cambiar la vida. Y yo le quiero muchísimo, pero, aquí te acabo de explicar el pero. ¿Tu salvarías lo insalvable?... y no me siento muy bien al darme cuenta que el arte me ha apartado de mi querido señor Esposo, pero quizá sea el momento de plantearse un proyecto de vida real y sola, porque con los requisitos que a estas alturas debe tener un tio para liarse conmigo, creo que este hipotético "tio" (en serio) no existe ni en mi imaginación (borracheras londinenses aparte).

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